Descripción de la editorial
Gardel es mío y es de todos, aun de aquellos que no lo aman, o son indiferentes, Él nos contó a todos en el oído con delicadeza de confidencia, sembrando en el alma de nuestras generaciones el hallazgo de un arte que fue suyo y que él recogió de la entraña del estilo nacional del siglo XIX, para sustanciarlo en su obra que se derrama cantora, aumentado y ascendente sobre todo el siglo XX para el porvenir.
Con ser sobresalientemente popular, Carlos Gardel es la bisagra dorada y secreta que en la clandestinidad de lo no oficial sino poderosamente vital de un pueblo, resume su cultura y le inventa un idioma.
He pensado a diario en él desde mi infancia, absorto en su arte, hasta percibir la grandeza impecable de este hombre y comprender que es lo que es y es otra cosa cuya significación final es todavía, en mí, presentimiento, pero que he dejado como un conato de futuro en las reflexiones de este libro que suscitará en muchos los puntos suspensivos de la sorpresa.
Esto no es indagación biográfica ni estudio estilístico sino unos pensamientos escritos, nacidos de meditar callejeando por Buenos Aires desanestesiado de lo rutinario y acoplando la multipresencia de Carlitos Gardel, iconografía audiovisual y palpitante en el museo de la ciudad que es museo de la vida con sus musas inclaudicables y calientes, inspiradoras de arte bajo el sol y tiranos de nuestra inspiración cuando se bañan esas musas en luz lunar, en ropa interior abotonada de estrellitas y drogadas únicamente de amor.
El talento de presa de Rafael Wollmann ha coleccionado las imágenes del ubicuo duende de Carlitos en rincones consabidos y en inauditos sitios, códice amoroso e imparable que con el graffiti pintado en el muro reúne la efigie gardeliana en el anónimo rostro del que vive el temblor de escuchar de nuevo su canto y el aire de la calle porteña perfumada por su misterio. Y las imágenes de Gardel en aquella primera vida suya en la que todavía cumplía años, fotos iluminadas por la explosión de un magnesio cuyas propiedades alquímicas parecieran ser las de una sagrada luz en polvo, para documentar la pinta y la gracia canora de uno de los hombres más fotografiados de su época.
Aquí encontrarás al Carlos Gardel mío y tuyo y nuestro, con sus conmilitones y discípulos de terruño y también sus correligionarios de genio en el arte del mundo.
Don Edmundo Guibourg, que lo conocía bien desde la infancia hasta su etapa antefinal en París, me lo decía siempre, y lo dijo en reportaje escrito, que si hubiéramos convivido, yo hubiera sido el mejor amigo de Carlitos.
Estos elogios al Rey del Tango son como una carta mental, pública y esotérica, que le envío al amigo y maestro Carlos Gardel a su celeste domicilio de los siglos. Horacio Ferrer
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Buenos Aires es Gardel Edicion Español-Ingles
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